Aprendimos de Freud a escuchar cada paciente como si fuera el primero, dejándonos enseñar por él sin a priori ni prejuicios diagnósticos, y aprendimos a recuperar los detalles más íntimos de cada caso que, sin ello, quedaba solamente ubicado en una categoría clínica. Freud propuso el termino de Verleugnung (desmentido de la castración) para indicar el mecanismo de la perversión. La subversión de Lacan consistió en romper en dos este término, père-version, para avalar robustamente, con este nuevo concepto, una nueva clínica que desmiente lo universal y normalizante, en la que no hay un caso parecido a otro.

En su última enseñanza Lacan derrumba el concepto unitario e universal del Nombre del Padre haciendo del síntoma y de la pluralización del NdP, el artificio de la unidad del nudo bo. El artificio implica la construcción por cada sujeto de un cuarto anillo que sostenga la cohesión entre los tres registros RSI, capitoneando la significación y delimitando el goce. El nudo bo así concebido es la función reguladora del padre y el sinthoma, la singular respuesta del sujeto confrontado a la intrusión traumática del deseo del Otro y la diferencia de sexos.

La perversión ha sido un término “contestable”1 como señala Jacques-Alain Miller haciendo alusión no solamente a la contestación sino también al combate contra esta categoría diagnóstica por el movimiento gay, actualmente GLBT. Lacan había anticipado esta ruptura de categorías diagnósticas fracturando en su seminario RSI (1974-1975) el término perversión en dos: père-version, versión hacia el padre. La père-version es la manera de introducir una nueva clínica al establecer una nueva versión de la función paterna que desarma la concepción clínica de las tres categorías diagnósticas freudianas: psicosis, neurosis y perversión. Podemos interpretar este viraje como la manera de encauzar la clínica hacia la escandalosa proposición “Todo el mundo delira”, cuya consecuencia es una clínica lacaniana fuera de los estándares.

Carmen Cuñat en su presentación de esta línea de trabajo ha mostrado, siguiendo escrupulosamente a Lacan, como la función paterna reposa precisamente en su singularidad y no en el carácter universal de la ley del padre. En efecto, Lacan indica que la singularidad del padre ocupando la función paterna se sostiene por el hecho de estar “père-versamente orientado, es decir que hace de una mujer, la causa de su deseo, su objeto a causa de su deseo”2, ocupándose también de sus hijos si quiere ser respetado y amado por ellos.

La lógica de la père-version se extrae de la singularidad del padre en contraposición a la universalización de su función. A este respecto Miller señala que lo que particulariza a un padre es su deseo hacia una mujer elegida entre todas las otras, singularidad que “merece ser calificada de perversa en tanto que desmiente, que recusa toda norma, todo estándar, todo para todo x”. Y es por ello que Lacan en su enseñanza advierte en varias ocasiones del peligro de que un padre se identifique a la función universal del padre ya que podría generar efectos psicóticos.

La novedad del concepto de père-version reposa también sobre la ley del amor al padre a diferencia de la Ley universal decretada por el padre: “El nudo bo no es más que la traducción de que el amor… se dirige al padre, en nombre de que él es portador de la castración”3. Lacan evoca en este contexto su nudo bo (“mon noeud bo”) haciéndole resonar en la homofonía con el Monte Neubo (mont Neubo) de la Ley universal. Lejos del mítico padre freudiano de Tótem y tabú que acapara para sí a todas las mujeres, para Lacan la función paterna se trata de un padre que castra pero que también ofrece un don a sus hijos como corresponde al padre del tercer tiempo del Edipo.

Jacques-Alain Miller extiende las consecuencias de la père-version a nivel de la clínica cuando trata de esta cuestión en su seminario El Uno solo: “Me apartaré de lo universal para que nos localicemos en la singularidad, es más, en la invención original de la que da prueba el sujeto en cuestión que (…) hasta entonces había inventado algo de singular que sostenía la función paterna para él y que le permitía ordenar su experiencia, del mundo”4.

La lógica de la père-version implica una nueva clínica que invita a despejar del caso su singularidad extrayéndolo de la categoría de lo universal.

 

Notas:

  1. Miller, J.-A., “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Freudiana, Revista de la Comunidad de Catalunya ELP, nº 58, Barcelona, 2010, pág. 10.
  2. Lacan, J., “Le Séminaire de Jacques Lacan: RSI”, Ornicar ? nº 3, clase del 21 de enero de 1975, París, mayo 1975.
  3. Lacan, J., El Seminario, libro 23: El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006, pág. 148.
  4. Miller, J.-A., El Uno solo, clase 11, 4.5.2011.

 

Marga Auré, ELP, ECF, París.

 

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