Citas 1
Jacques-Alain Miller
El Uno solo, curso de la orientación lacaniana 2011, inédito.
Clase del 9 de febrero de 2011*
“La práctica psicoanalítica implica consecuencias que convergen sobre el fantasma”.
“El fantasma no es solo pantalla de lo real sino también ventana sobre lo real. Estos dos valores merecen ser confrontados”.
[Efectos epistémicos del final de análisis] “El primer efecto epistémico es de desasosiego”. (…) “En segundo lugar, hay un efecto de deflación del deseo. El deseo no capta ningún ser propiamente hablando, el ser que suscita el deseo no debe su brillo, su atractivo, más que a la libido con que ha sido investido. (…) No queda más que una esencia desvanecida, es decir, una significación y de la que se pone de manifiesto que recubría (…) mi goce. Lo que daba brillo al deseo no era más que aquello que cubría mi goce”.
“El tercer efecto epistémico desata el lazo con el analista en cuanto representante del sujeto supuesto saber. Se pone de manifiesto que ese saber supuesto, que me sostenía en mi búsqueda como analizante no era más que una significación que dependía de mi deseo. Al mismo tiempo que se produce la deflación del deseo, el viraje de su objeto a deser, mi lazo con el sujeto supuesto al saber se distiende, se rompe.
Lacan lo traduce en términos de metamorfosis, consistente en que el ser de deseo se convierte en un ser de saber. El deseo se apoya en el no saber lo que lo causa. (…) Hay un más allá de la conversión del deseo en saber, un más allá que diría no es transformado por esa metamorfosis, lo que Lacan expuso con el nombre de sinthome, y que es el ser de goce. El fantasma es susceptible de revelar, de atravesar la causa del deseo, pero el ser de goce permanece rebelde al saber (…). Lo que llamó el pase es la resolución de la conversión del deseo en saber, pero lo que resulta más difícil, si puedo decirlo así, es la relación entre el goce y el sentido, y eso no se presta a ninguna travesía”.
“Lo que especifica entonces al fantasma es una conexión, una interpenetración especial de lo simbólico y lo imaginario (…): El sujeto barrado a título de lo simbólico y el objeto a título de lo imaginario ($ <> a). Es esa escritura del fantasma que Lacan utilizará lo largo de su enseñanza, salvo en la muy última en la que liquidará todos los elementos y todas las construcciones”.
“El nudo de goce es del orden de lo real”. “Ese real se presenta bajo ángulos diferentes. Se lo puede abordar en principio a título de resto”. (…) Estamos aquí en el registro “trozo de real”.“Hay una segunda versión de lo real, que Lacan llama sinthome. El sinthome es un sistema que va mucho más allá del trozo de real. El sinthome es lo real y su repetición”.
“Lo que se juega sobre la escena del fantasma puede superarse”.
“Lo que Freud delimita es el carácter de la institución fálica del sujeto por el lado de un fantasma que por cualquier lado que se aborde es siempre un fantasma fálico”.
“Haber atravesado la pantalla sobre la que se dibuja el semblante fálico (…) no resuelve sin embargo la cuestión del goce”.
“Lacan plantea la pulsión sobre un modelo enunciativo. (…) S(A barrado) es la respuesta a lo que hay de enunciado en la pulsión, a saber que no hay respuesta”. (…) “Es a nivel de la pulsión que el Otro no existe”.
“El goce no se sostiene de la prohibición, es un acontecimiento de cuerpo”.
“La castración quiere decir que es preciso que el goce sea rechazado para que sea alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo”. (…) El goce será en principio alcanzado por algo que concierne al deseo. Lacan vuelve a hacer entrar el goce en la dialéctica del deseo”. (…) Lacan explica que lo que hace deseable al objeto es precisamente su prohibición por la Ley.
La ruptura en relación a esta dialéctica es perfectamente sensible en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis en donde el objeto a no es más que un sustituto. Lacan dice incluso que no es más que un vacío y que cualquier otro objeto puede venir a su lugar. Lo que cuenta es la satisfacción de la pulsión que se obtiene en la trayectoria, la cual no depende de la prohibición”. (…) Si el goce no se sostiene en la prohibición es un acontecimiento de cuerpo”.
* Clase publicada y traducida como “Lo real en la experiencia analítica”, en Freudiana nº 75, Barcelona, 2015.
El Uno solo, op. cit., clase del 9 de marzo de 2011*
“Correlativamente con el significante Uno, con el significante rígido, se inscribe el goce opaco al sentido que es una referencia del orden de lo real. Nada que ver con el objeto a, que por el contrario es en Lacan el goce transparente al sentido”.
“Con todo lo que escando de la enseñanza estamos en el reverso de lo que fue esencial en el camino de Lacan, y es un hecho que dicho reverso es el que nos ha abierto la vía que pasa en la actualidad entre los dos límites correlativos del significante Uno y el goce opaco al sentido”.
* Clase publicada y traducida como “Introducción del ser y la existencia”, en Freudiana nº 76, Barcelona, 2016.
El Uno solo, op. cit., clase del 23 de marzo de 2011*
“Es lo que Freud descubrió bajo la especie de la ‘castración’. Descubrió que con el lenguaje se introduce una pérdida de goce que aparecía como falta o como culpa. Pero hay en eso un exceso de sentido. Lacan, bajo la estela de este descubrimiento ya no usa el término ‘castración’ (…). Usa simplemente el término ‘desajuste’. El Uno introduce una disrupción de goce. Se supone que el goce del cuerpo es homeostático. ¿Qué introduce el lenguaje en el registro del goce? Freud dice que es la castración pero Lacan propone algo diferente que engloba la castración. Lo que el lenguaje introduce en el goce es la repetición del Uno. El Uno conmemora esta repetición de goce inolvidable. A partir de ahí el sujeto se encuentra atado a un ciclo de repeticiones en que las instancias no se suman y las experiencias no le enseñan nada. Es lo que hoy llamamos adicción. (…) Dicha repetición de goce se mantiene completamente al margen del sentido”.
Puede verse, por el modo de entrada de la experiencia del goce, que será conmemorada por la adicción, que ese modo de entrada es siempre la fractura. (…) Hay ruptura, disrupción en relación a un orden anterior hecho de la rutina de la que dependen las significaciones o de la rutina que uno imagina ser la del cuerpo del animal. Dicha ruptura se manifiesta en todos los casos como un desajuste. Es el desajuste que Freud capturó en la significación de la castración y en el teatro de la prohibición edípica. Sin embargo debe decirse que ese teatro hoy ha palidecido. El orden simbólico ya no es lo que era y por lo tanto hemos de orientar nuestra practica en la senda por donde nos conduce Lacan”.
* Clase publicada y traducida como “El desnivel entre el ser y la existencia”, en Freudiana nº 68, Barcelona, 2013.
El Uno solo, op. cit., clase del 30 de marzo de 2011*
“El efecto del atravesamiento del fantasma es un efecto sobre el deseo. Todo ese aparato está hecho para captar la deflación del deseo que el recorrido de un análisis permite obtener. Algo ocurre en determinado momento y el deseo, inflado, eventualmente de apariencia caótica, que lleva a objetos diferentes, los cuales se multiplican o se ocultan, sufren algo que se ha situado como cierta reducción, término que traduce la palabra inglesa shrink con la que en argot se sitúa al psicoanalista como reductor de cabezas, en este caso como un reductor del deseo. Y correlativamente el sujeto, que se instituía partir del fantasma que animaba este deseo se encuentra destituido, lo que puede pasar por una solución del deseo. Lacan dice todo eso y no hay nada que añadir. Es la solución de una x, de la x del deseo que el psicoanalista tiene por función presentificar al analizante bajo la fórmula célebre del Che Vuoi? ¿Qué quieres?, tomada de El diablo enamorado, de Cazotte. Lo que Lacan llama el deseo del analista es precisamente la enunciación de este ¿qué quieres? Tomen buena nota (…) de que el nombre de deseo es aquí la voluntad, que vale como deseo decidido, ese deseo que Freud llama el deseo indestructible en la última frase de la interpretación de los sueños. El acontecimiento del pase expresa que ese deseo indestructible encuentra una solución.
Una solución para el deseo no es una solución para el goce. Es la solución de lo que en el goce produce sentido”.
* Clase traducida y publicada como “Una dirección para la escucha analítica”, en Freudiana nº 79, Barcelona, 2017.
El Uno solo, op. cit., clase del 6 de abril de 2011*
“Es necesario que el padre sea perverso en el sentido de que esté orientado por la particularidad de un síntoma” (…) El padre es aquél que no lo dice todo y así preserva la posibilidad del deseo. El padre no pretende recubrir lo real, no pretende ser ontológico. Este límite es precisamente la cara operatoria de lo que lacan atribuía al padre: la humanización del deseo”.
* Clase traducida y publicada como “Itinerario de Lacan”, en Freudiana nº 71, Barcelona, 2014.
El Uno solo, op. cit., clase del 4 de mayo de 2011*
“Lo que constituye a un padre, el vuestro, es lo que singulariza su deseo en una mujer entre todas las demás. No es normativizador más que si su deseo es singular. Eso es lo que Lacan denominó père-version”.
“Lo que en última instancia Lacan denomina Padre es lo que constituye una excepción y existencia en relación a la universalidad. El padre no es lo universal, es lo que en tanto singular se mantiene al margen de lo universal. Lo universal está en el nivel de la función, pero dicha función no se encarna y no opera más que bajo la forma de la singularidad. Ello significa que conviene no diluir la existencia en nuestra creencia en el todo, en nuestra perspectiva de que eso vale para todos, sino sustituirla por el punto de vista del Uno”.
* Clase traducida y publicada como “Más allá del pase”, en Freudiana nº 69, Barcelona, 2014.
El Uno solo, op. cit., clase del 11 de mayo de 2011*
“En los inicios de mi practica me orienté por el deseo como aquello que se trata de interpretar, sin desconocer, instruido como estaba por Lacan, que interpretar el deseo es también hacerlo ser. En este punto la interpretación es creacionista. Sin embargo, si mi práctica ha evolucionado, no es porque haya abandonado la interpretación del deseo, sino por no orientarme por ello y centrarme en un término que uno no puede vanagloriarse de hacer ser, en un término que destituye al analista con respecto a ese poder creacionista que la interpretación del analista le confería, esa interpretación que es una cierta potencia de la palabra del analista.
Indudablemente dicha potencia de la palabra hay que aprender a adquirirla y es lo que se enseña en el control. No es esencialmente el arte del diagnóstico lo que se enseña (…). Lo que se enseña esencialmente en el control es el método para que la palabra del analista adquiera potencia, para que pueda ser creacionista. (…) Hay que aprender a callarse. Es necesario que la palabra sea parca para que puede conducir y retener la atención del paciente”.
“La verdad del pase es que da la clave de la deflación del deseo, es decir, que ese deseo no ha sido más que el deseo del Otro. Es por ello por lo que ese Otro, que no ha sido nunca más que supuesto, imaginado, se evacua, y con él la consistencia del deseo.
“Una vez que el sujeto ha acabado con el Otro, una vez que tiene la solución de su deseo y que ya no le interesa, se encuentra con el problema de que hay lo Uno. Ese hay lo Uno que persiste es el nombre de lo que Freud llamó restos sintomáticos”.
“Para Lacan, el deseo del analista consiste precisamente en llevar al ser como inconsciente, es decir, a lo que está reprimido en estado de realización. La posición del analista cuando se confronta al hay el Uno en el ultrapase ya no consiste en el deseo del analista, sino en otra función que deberemos elaborar”.
* Clase traducida y publicada como “De la falta en ser al agujero”, en Freudiana 70, Barcelona, 2014.