“No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”1, es el estribillo de una canción de una banda de rock argentino, cuyo título es Lo quiero ya.

Si analizamos la frase completa del estribillo, la podemos leer de una forma; si la dividimos, de otra. “No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”: entre deseo y goce. Hay una conexión entre “No sé” y “ya”, el “pero” enlaza las dos cuestiones, la pregunta por lo menos está, ¿podríamos pensar en deseo? ; y por el lado del goce: el “ya” que satisfaga y colme. “Lo quiero ya”, se puede abordar por el lado del consumo, la frase imprime una urgencia con el “ya”, un objeto tras otro, en un intento de obturar la falta del Otro.

En la clínica no siempre quien hace una demanda está dividido por la pregunta, por ese “no sé”, sino que es una construcción en análisis, ni qué decir de la respuesta, de qué ha sido en tanto objeto para el deseo del Otro, como dice J. Lacan, “habrá mucho que sudar”2. Por lo general, la demanda viene del lado del goce, del plus de gozar, acompañada de angustia, “no quiero saber nada de eso”3.

Las distintas manifestaciones de malestar del ser hablante están determinadas por los modos y tramitación del goce que nos plantea lo útil, el valor de uso del lenguaje y del goce y su usufructo, “se puede gozar… pero no hay que despilfarrarlos”4.

Volvamos al estribillo de la canción, “…lo quiero ya”, Lacan afirma que el goce es una instancia negativa: “El goce es lo que no sirve para nada”5.

“El superyó es el imperativo del goce: ¡Goza!”6. La función imperativa indica la exigencia de satisfacción, donde la castración no operó o es frágil, lo que, en la actualidad afectada por el discurso capitalista, crea la ilusión de la existencia de un objeto a o una cadena de objetos a que dan una respuesta y el consumo pasa a ser un imperativo.

El objeto que existe hoy y que da la felicidad ya no lo será mañana, pues el momento de felicidad es tan efímero como atravesar la puerta con el objeto preciado.

Si hablamos de neurosis, veremos las dificultades del sujeto frente al deseo, sea por la vía de la insatisfacción o por la vía de la impotencia, a través del análisis se posibilita el atravesamiento del fantasma $ ◊ a, donde el sujeto afectado por la pregunta ¿Qué me quieres? hará un recorrido que lo conducirá a la falta en ser, estaríamos en este caso en el orden del deseo, “la relación del hombre con el deseo no es una relación pura y simple de deseo. En sí no es una relación con el objeto”7 sin olvidar la relación a un cuerpo gozante, hay un cuerpo … “el cuerpo no se evapora, y, en ese sentido es consistente, …”8. Ahora bien, cuando no es así ¿cómo podríamos vislumbrar una salida y una orientación para la práctica? En el seminario Aún, Lacan nos habla de que “El complejo de Edipo como tal es un síntoma”9.

Del Nombre del Padre, J. Lacan pasa a los nombres del padre, luego, en el último tiempo la cuestión del padre la plantea como una versión de padre, “… que debe sostener a este padre”10, es una “père -versión”.

¿Qué valor tendría en la clínica? ¿Qué hacer con eso? “…por algún lado enseñamos al analizante a hacer un empalme entre su sinthome y lo real parásito del goce.”11.

 

Notas:

  1. Sumo, “Lo quiero ya”, 1987. Banda argentina de rock, post-punk y reggae 1981 
  2. Lacan, J., El Seminario, libro 20: Aún, Buenos Aires, Paidós, 1992, pág. 9.
  3. Ibid., pág. 9.
  4. Ibid., pág. 11.
  5. Idem.
  6. Idem.
  7. Lacan, J., El Seminario, libro 5: Las formaciones del inconsciente, Buenos Aires, Paidós, 1999, pág. 320
  8. Lacan, J., El Seminario, libro 23: El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006, pág. 64.
  9. Ibid., pág. 23.
  10. Idem.
  11. Ibid., pág. 70.

 

Graciela Reolón, Socia de Sede ELP, Valencia.

 

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