Constatamos que algo ha cambiado desde la época freudiana a la nuestra, hemos visto una transformación sin precedentes, pasando de la represión de la sexualidad, vivida ésta en la época victoriana, a una permisividad sin límites donde el porno está en primer lugar. Hay algo nuevo en cómo se vive la sexualidad, ahí están como muestra los masturbadores enganchados a la pantalla, los sexoadictos. La mirada puesta en primer plano. Es el gran culto al pene erecto, una nueva modalidad del culto al falo como instrumento de goce, en detrimento del falo como significante del deseo, se ha corrido así el velo del erotismo.

La sexualidad ha devenido el gran campo para la biopolítica. El porno es el nuevo síntoma del imperio de la técnica. ¿Qué interpretaciones podemos hacer de este nuevo síntoma del malestar contemporáneo?

El cuerpo está en primer plano, ya no como representación: la imagen toma el estatuto de un real. Está imagen real ya esta presente en la constitución del sujeto, no hay que olvidar que el estadio del espejo toma como referencia de la etología, el experimento en el cual frente a una imagen se desencadenan los órganos sexuales, la paloma se pone a ovular. Es el poder real de la imagen. Como bien lo comprobamos en nuestra clínica el lazo entre la imagen y el organismo tiene que ver con las experiencias de goce que abrochan los mismos con el objeto a.

Cómo no tomar en cuenta aquí al barroco, del cual Lacan a la vuelta de su viaje a Italia y en su recorrido por las iglesias, nos dice que lo que allí se muestra es exhibición de cuerpos que evocan al goce, esto es, una obscenidad exaltada.

Ahora bien, qué diferencia el barroco del porno. En el barroco no hay coitos expuestos. Solo cuerpos en éxtasis o martirizados. Lo que allí aparece es la escopia del cuerpo.

En Iluminaciones profanas, Miller nos indica en una puntuación rápida cómo ubicar por un lado la histeria y por otro la perversión. Resulta elocuente esta evocación, diremos que se trata de la evocación del cuerpo:

En la perversión no se trata de desmolde, en primer lugar no tenemos una parte del cuerpo como en el caso de la histeria, se trata de la visión, el ideal de la visión del cuerpo entero torturado por sus satisfacciones, eventualmente en éxtasis.

En psicoanálisis partimos de un axioma: no hay relación sexual. Frente este agujero, esta falta constitutiva cada uno tendrá que inventar la relación posible, armando una ficción tejida de las experiencias de lo que hay, lo que el niño experimenta con su cuerpo, un cuerpo que es agujero y borde.

El barroco es el arte a través del cual la doctrina cristiana en el lugar de la relación sexual que no hay promueve otros goces, la escopia corporal que organiza un nuevo modo de goce, el martirio auto-infligido por el sujeto para alcanzar la salvación o la mística, promoviendo el goce del cuerpo, como así mismo el goce de la palabra por medio de la confesión.

El barroco es el escaparate del proyecto político de la contrarreforma acordado cuando la iglesia se propone reconquistar las almas perdidas.

Es en Iluminaciones profanas donde se muestra al perverso como aquel que se consagra a tapar el agujero en el Otro, ese agujero en el Otro tiene la estructura del objeto a que va a capturar el goce bajo esta forma. El goce informe entra en la horma que le da el objeto a, se enforma.

De esta manera hace existir al Otro.

Qué mas barroco que esto en la actualidad donde imperan las imágenes para captar la mirada en el imperio de la técnica. Así el voyeur aporta su mirada, es el quien realiza esta operación de taponamiento aportando algo de si para pagar el precio de su mirada. El objeto es recortado del sujeto mismo, esto evoca las imágenes del arte barroco.

Si la cristiandad del arte barroco, quería con su concilio reconducir las almas a Dios, el Dios actual, ese construido por el capitalismo y la ciencia nos requiere, nos hace caer de nuestro escabel, cazando el goce informe. El barroco en su versión contemporánea está aquí presente.

Desde el psicoanálisis estamos advertidos de ello, y es en lo particular de los casos que recibimos, que ante esta falsa subjetividad contemporánea, tiene el deber de hacer existir al sujeto, las marcas singulares, el encuentro con la sexualidad, para responsabilizar al sujeto de su goce.

 

Bibliografía:

  • Miller, J.-A., Iluminaciones profanas.
  • Lacan, J., “El estadio del espejo y su papel en al formación del yo”, Escritos 1, Madrid Biblioteca Nueva 2013.

 

Ana Lía Gana, ELP, Madrid.

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