Cuando aman no anhelan, y cuando anhelan no pueden amar.
S. Freud, “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”.

 

¿Qué es lo que hace barrera en el amor? ¿Por qué un hombre no puede desear a la mujer que ama? Son preguntas que se formuló Freud.

Entregado a la labor de desentrañar la complejidad de la vida amorosa, nos dejó sus Contribuciones a la psicología del amor1,2,3, obra prínceps en lo que respecta al tema de nuestras XVII Jornadas: “¿Quieres lo que deseas? Excentricidades del deseo, disrupciones de goce”.

Me interesa hoy destacar algunas de las cuestiones que allí plantea sobre la lógica amorosa en el varón, para dar cuenta de cómo esto aparece en la clínica.

Las barreras

Encontramos en estos textos varias barreras que se vinculan entre sí lógicamente, en las que vemos ya un esbozo del aforismo lacaniano “No hay relación sexual”.

Por un lado vemos en lo que respecta a la elección de objeto un corte entre la primera, la madre (objeto único e irremplazable, objeto incestuoso y reprimido), y toda elección posterior. Este corte instaura una búsqueda a partir de un encuentro anterior, en la que todo objeto no será más que sustitutivo del primero e insuficiente para la satisfacción. A su vez, esto es ya una nueva forma de satisfacción.

Otra barrera que se desprende de lo anterior es la escisión entre el amor y lo sexual como consecuencia de que el primero quedará marcado por la renuncia pulsional.

Los rasgos

Freud nos habla además de dos condiciones necesarias, que se repiten, que no cesan de escribirse en la vida sexual del varón: el “tercero perjudicado”, es decir la necesidad de que sea la mujer de otro, y la mala reputación. Se trata de condiciones que aparecen ya en la matriz edípica: en la confluencia de dos elementos, la madre y el padre, la marca de la infidelidad recae sobre ella al otorgar sus favores al padre, ubicado como tercero.

Además de estos rasgos del objeto que Freud plantea como norma en el varón, destaca los de su comportamiento: sobreestimar a la dama y quererla rescatar.

El horror básico a la mujer

Ya fuera del entramado edípico, nos plantea a la mujer como tabú del que el hombre debe protegerse. En él podemos vislumbrar un bosquejo del no-todo con el que Lacan abordará la lógica de la vida amorosa. Freud nos habla de un horror básico a la mujer a partir del “narcisismo de las pequeñas diferencias”4, por resultarle ajena, incomprensible, misteriosa…

El Witz que devela al fantasma

Un hombre al querer decir lo “guapa que está” su pareja, dice lo “guarra que está”. Lapsus o Witz, aparece ahí un significante que nombra su goce. Vemos de esta forma cómo logra velar tras la pantalla de la degradación, condición necesaria de goce, la sobreestimación de su belleza que es su barrera. Se trata de una artimaña en la que, paradojalmente, imputándole este rasgo aumenta su valor sexual; de una estrategia para poder transitar su dificultad de hacer de la mujer que ama su objeto de deseo.

El lapsus revela de esta manera el objeto de goce del fantasma. Ello permite abrir la partida de su reconocimiento, ya que este goce no por sabido deja de ser secreto incluso para sí mismo en tanto escritura inconsciente de condición necesaria para él.

Vemos así cómo el neurótico, según el decir de Lacan, pone en juego su sueño perverso como vía para alcanzar a su pareja5; una vía por la que, fetichizándola, vela los signos de la alteridad que despiertan en él el horror básico a la mujer.

Lejos de culparlo, se tratará de avanzar en la vía de la angustia que oculta su fantasma, con el que, sin saberlo, responde a esa figura del Otro cuyo goce es enigmático para él.

 

Notas:

  1. Freud, S., “Sobre un tipo particular de elección del objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I) (1910)”, Obras completas, vol. XI, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1988.
  2. Freud, S., “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa (Contribuciones a la psicología del amor, II) (1912)”, Obras completas, vol. XI, , Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1988.
  3. Freud, S., “El tabú de la virginidad (Contribuciones a la psicología del amor, III) (1918 [1917])”, Obras completas, vol. XI, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1988.
  4. Ibid., pág. 194.
  5. Lacan, J., El Seminario, libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 1989, pág. 105.

 

Laura Canedo, ELP, Barcelona.

 

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