Conocemos bien en la clínica los efectos de estrago para el sujeto cuando no ha habido suficiente separación del goce materno. El niño como “producto” de la madre, es decir, de su propio cuerpo, debe poder desprenderse de él para acceder a la posición de $. En el Seminario 4, Lacan abordó el recorrido del niño hacia la posición de sujeto deseante a partir de su lugar inicial como falo de la madre. Sin embargo, hace depender la posición del sujeto en el deseo del Otro del deseo de la mujer que es la madre. Es decir, es necesario un más allá del niño para que éste pueda acceder a su propio lugar de sujeto deseante. El matema de Lacan que escribe esta operación es la Metáfora Paterna inscrita sobre el Deseo de la Madre:

Esta formulación de Lacan, desplegada sutil y rigurosamente a lo largo del Seminario 4, puede leerse como una elaboración extensa del Fort Da freudiano. El niño debe desprenderse del cuerpo de la madre o —como encontramos en el Seminario 6— realizar un corte sobre él, para poder advenir a la posición de deseante. Solo la alternancia simbólica, que finalmente puede reducirse a la función de corte, abre la vía del deseo. De otro modo, no poder separarse de la madre es no poder contarse como sujeto para ella. En otras palabras, es quedar sin representación en el Otro. La separación del cuerpo de la madre es, en Lacan, el efecto de la castración que, a su vez, permite la constitución del objeto y del circuito de la pulsión. No hay objeto sin castración ni, por lo tanto, circuito de la pulsión, propiamente hablando.

La clínica con niños no cesa de enseñarnos cómo se inscribe en cada época la castración. Así, en nuestros tiempos, la proliferación de los objetos de satisfacción que la ciencia ha puesto al alcance del ser hablante tiene toda su relevancia en la constitución del circuito pulsional más allá, incluso, del cuerpo primero de la satisfacción que es la madre.

Es un signo de nuestra era recibir en consulta a niños a quienes se les han ofrecido distintos gadgets con pantallas (iPads, móviles, televisión) desde edades muy precoces -a veces desde los pocos meses- y que saben hacer funcionar perfectamente, aún cuando no han accedido al habla o no hacen ademán de dirigirse al Otro. ¿Podemos sostener la hipótesis de que la satisfacción obtenida de estos objetos es, de algún modo, “sin corte” por las propiedades mismas de su funcionamiento?

En su texto “Responder al niño de mañana” publicado en Los objetos de la pasión, Éric Laurent ilustra el tratamiento del niño a partir de los seis paradigmas del goce. En la forma de tratamiento que respondería al cuarto paradigma, “El goce normal”, su autor escribe: “Es por el establecimiento de la puesta a punto de los trayectos pulsionales que el niño de separa de la madre. Tratamos ahora a la madre con la pequeña moneda de la lista de objetos a, la madre como pluralizada”1. Ciertamente, orientar el tratamiento a partir de la constitución de ciertos trayectos pulsionales produce efectos de separación. Se trata de construir circuitos para la satisfacción que hagan soportable la pérdida que viene siempre con la constitución de los objetos a, una pérdida que permite una recuperación de goce en otro lugar.

Hacer posible el advenimiento de estos circuitos requiere de la presencia del analista atento a lo nuevo que puede producirse en sesión. Incluso, puede que la sesión misma se incluya en la producción del circuito. Así, puede acontecer que la satisfacción obtenida de un acontecimiento imprevisto en la construcción de unas vías de un tren de juguete tenga efectos de corte, de localización de un borde de goce. Puede ser, también, el goce sinsentido atrapado en la sonoridad de una palabra. En otras ocasiones, a través del relato del niño sobre sus juegos de pantalla puede instaurarse un cierto recorrido: una puntuación del analista, una pregunta, pueden tener efectos de escansión. El goce obtenido del gadget efectúa su trayecto por el Otro.

A la época de la pluralización de los Nombres del Padre le corresponde una madre pluralizada como lugar de la satisfacción, como indican los nuevos objetos a. Es así que el acto el analista debe orientarse para poder ejercer función de corte.

 

Nota:

  1. Laurent, É., Los objetos de la pasión, Buenos Aires, Tres Haches, 2004, pág. 156.

 

Neus Carbonell, ELP, Barcelona.

 

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