El fantasma es un medio para mantener al goce enmarcado dentro del principio del placer, es decir, una forma de contener el goce por la vía de una relación con un objeto particular que incluye la castración. Esta es una de las ideas que despliega Jaques-Alain Miller en su texto Dos dimensiones clínicas: Síntoma y fantasma1, donde nos pone el ejemplo del juego del Fort-Da. Como sabemos, lo que ocurre en este juego es que ante la ausencia de la madre, y por consiguiente la puesta en evidencia del deseo del Otro, el niño “inventa” una situación lúdica como una salida ante la angustia que le suscita su ausencia, ausencia que le hace preguntarse por su deseo. En este sentido, Miller define el fantasma como una “máquina” para obtener placer y aliviar la angustia suscitada por el deseo del Otro. “El fantasma tiene una función semejante a la del juego, que es, a partir de una situación tanto de goce como de angustia, la de producir placer”2. Añade después, que no hay que olvidar que la condición necesaria del Fort-Da es la ausencia de la madre.

Teniendo esto en cuenta, podemos pensar que el tiempo en que vivimos no es precisamente el tiempo de la ausencia. Se trata más bien del tiempo de la presencia continuada donde todo está disponible todo el tiempo. Es un tiempo marcado por el exceso y por el sin límite. En este tiempo reina un capitalismo salvaje que presume de ofrecer todo tipo de objetos para alcanzar una satisfacción completa, una satisfacción sin falta, sin ausencia. Lo que aquí se alcanza, paradójicamente, es un más allá de la satisfacción, un más allá del principio del placer. Si como hemos dicho, el fantasma es lo que puede mantener el goce dentro de un marco que lo separa de la pulsión de muerte, ¿Estamos hoy ante un más allá del fantasma? ¿Qué lugar para el fantasma en el tiempo en el que todo está permitido?

Éric Laurent describe el estado actual de la civilización como un hedonismo conformista de masas donde el objeto a, que antes estaba velado, ahora aparece más claramente3. En la época del consumo generalizado, el mercado ofrece diversos objetos “no velados”. De entre ellos, voy a resaltar el objeto droga por las implicaciones que tiene en el fantasma y también por representar un modo de goce propio de esta época, un goce que está ligado al exceso y a la pulsión de muerte. No se trata entonces de un objeto petit a preciso y particular que se enmarca en el fantasma y que causa el deseo, sino que es un objeto que, no teniendo nada que ver con el deseo, goza del Uno solo. Un objeto plus de gozar, donde el toxicómano pasa la barrera del placer que podría suponer una copa, a la repetición iterativa y pulsional del sin límite.

Siguiendo a Lacan sabemos que el éxito del objeto droga estriba en que “permite romper el matrimonio con el pequeño pipí”4, es decir, con el goce fálico, a su vez, la ruptura con el goce fálico le permite proveerse de un goce sin pasar por el Otro sexo. Se trata de un goce auterótico que no necesita del cuerpo del Otro, sino que más bien lo rechaza operándose un cortocircuito en relación al lenguaje y al deseo. Miller lo enuncia así:

Un objeto de la más imperiosa demanda, y que tiene en común con la pulsión anular al Otro, la droga como objeto da acceso a un goce que no pasa por el Otro y en particular por el cuerpo del Otro como sexual5.

Así, vemos como una de las formas que puede tomar el fantasma en el tiempo en el que todo está permitido tiene que ver con esta tesis de “ruptura”. A este respecto, Éric Laurent nos indica que de lo que se trata en la toxicomanía es de una ruptura con el goce fálico sin que necesariamente esto suponga una forclusión del Nombre del Padre. En cuanto al fantasma, lo que se produce es una “ruptura con sus particularidades”6. Entonces, para el toxicómano, es posible gozar por fuera del fantasma y gozar de la droga, cualquiera que ésta sea.

 

Notas:

  1. Miller, J. A., “Dos dimensiones clínicas: Síntoma y fantasma”, Buenos Aires, Ediciones Manantial, 1983, pág. 77-82.
  2. Ibid., pág. 77.
  3. Laurent, É., “Los objetos a en la experiencia analítica”, conferencia en la Biblioteca Nacional en Buenos Aires el 27 de marzo de 2007.
  4. Lacan, J., “Cierre de las Jornadas de estudios de carteles de la Escuela Freudiana”, en Revista Pharmkon Digital Vol 2, Noviembre 2016, pág.15
  5. Miller, J.-A., “Para una investigación sobre el goce auterótico”, Pharmakon Digital, vol. 2, noviembre 2016, pág. 25.
  6. Laurent, É., “Tres observaciones sobre la toxicomanía”, Pharmakon Digital, vol. 3, pág. 24.

 

María Isabel Sánchez, participante del ICF, Murcia.

 

Comparte / Imprime este artículo
Share on twitter
Twitter
Share on facebook
Facebook
Share on google
Google
Share on email
Email
Share on print
Print