Deseo y pulsión recorren la obra freudiana de principio a fin.

Jacques Lacan hace un recorrido más abrupto de estos dos términos. Si bien le dedicó un seminario entero llamado El deseo y su interpretación1, quedó prácticamente desaparecido después del seminario La angustia2. Aparece entonces en su siguiente seminario la pulsión como uno de Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis3. Finalmente, Lacan transcribirá la pulsión en su concepto de goce.

A la luz del curso de Jacques Alain Miller, El Uno solo, del que la revista Freudiana ha ido publicando las clases, traducidas, me planteo qué usos podemos dar hoy al deseo y a la pulsión.

Freud comenzó haciendo de los deseos inconscientes “el núcleo de nuestro ser”4, dotando así al ser de una consistencia opaca desconocida para el sujeto. En el tratamiento analítico se trataba de descifrar los deseos inconscientes que podían desvelarse por el efecto metonímico del lenguaje.

Lacan partirá de este desplazamiento metonímico para resaltar justamente su significación retenida, su menos, lo que apunta a la falta en ser, así en el transcurso del análisis se desvela más bien el deser del que habla, produciéndose un saber sobre las significaciones imaginarias que sostenían el deseo y por ende el fantasma, lo que encontramos formulado así: “El deseo humano tiene esa propiedad de estar fijado, adaptado, asociado, no a un objeto, sino siempre esencialmente a un fantasma”5

Freud introduce a la pulsión de la mano de la sexualidad infantil, fragmentada y en relación a los objetos que pueden satisfacerla, la segunda parte de su obra está marcada por un vuelco radical al diferenciar las pulsiones de vida y la pulsión de muerte.

Lacan nos introduce en la relectura de la pulsión freudiana, primero, con el grafo del deseo, definiéndola como “tesoro de los significantes”, en relación a la demanda, silenciosa, insistente pero en el campo del lenguaje. Aquí, en el grafo, el deseo es el trayecto que se inicia cuando el sujeto ha pasado por el Otro y ha sido repercutido por el lenguaje y se dirige al lugar de la pulsión.

Un poco más adelante, en el Seminario 11, pondrá el acento en la trayectoria que realiza la pulsión alrededor del objeto, ya que es como logra su satisfacción. Extrayendo, así, un lugar lógico para el objeto, con la producción del pequeño objeto a, que a la vez es el lugar que pueden ocupar los objetos imaginarios del deseo.

En la fórmula del fantasma encontramos una nueva articulación del deseo y la pulsión, conectados a la vez por una lógica que opera a la vez como conjunción y como disyunción: de un lado, tenemos al sujeto afectado por su falta constitutiva, del otro lado, el lugar donde pueden advenir los objetos, metonímicamente, que taponan la falta inicial del ser hablante; a la vez que dan la experiencia de una satisfacción pulsional que se vivencia en el cuerpo, como el retorno de un goce reflexivo.

Con la conceptualización del sinthome se pone de relieve los modos de gozar, es decir los modos en que se satisface la pulsión, para encontrar su uso lógico. J.-A. Miller en su doceva clase7 nos propone un desplazamiento en la aplicación de la práctica analítica “desde el deseo hacia el goce”, que nos introduce en otra forma de interpretación que tiene en cuenta, ya no el desciframiento del deseo, sino su causa.

Podemos decir que hay un desplazamiento del deseo al goce. El deseo, que Lacan siempre escribió con d minúscula, es un concepto ligado a lo imaginario, mientras que la pulsión, por su insistencia, la podemos considerar del lado de lo real. El deseo se caracteriza por su evanescencia mientras que la pulsión se muestra por su carácter de fijeza, de insistencia. Miller, en este curso, plantea que Lacan quiso llevar la dialéctica del deseo a una dialéctica del goce. Si bien en su primera enseñanza Lacan se preguntaba por las relaciones del sujeto con el significante, ahora se trata de ¿cómo puede operar el lenguaje sobre el goce?.

La reflexión sobre la rúbrica “El deseo en los laberintos de la pulsión”, la entiendo cómo una reflexión sobre cómo por el cabo de lo imaginario podemos, a través de las palabras, operar sobre lo real.

 

Notas:

  1. Lacan, J., El seminario, libro 6: El deseo y su interpretación, Buenos Aires, Paidós, 2014.
  2. Lacan, J., El Seminario 10: La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2006.
  3. Lacan, J., El Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales, Buenos Aires, Paidós, 1989.
  4. Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1986, pág. 199.
  5. Lacan, J., El seminario, libro 6: El deseo y su interpretación, op. cit., pág. 28.
  6. Miller, J.-A., “De la falta en ser al agujero”, Freudiana, Revista de la Counidad de Catalunya ELP, nº 70, págs. 7-20.

 

Concha Lechón, ELP, Valencia.

Comparte / Imprime este artículo
Share on twitter
Twitter
Share on facebook
Facebook
Share on google
Google
Share on email
Email
Share on print
Print