La cordial invitación de Celeste Stecco a participar en el rubro correspondiente a “Deseo de Escuela” produjo en un primer momento en mi un cierto afecto de inhibición y también de ignorancia.
Cómo decir algo sobre el deseo cuando sabemos, por las enseñanzas de Lacan, que no existe significante alguno que pueda identificarlo porque el deseo es deseo de nada nombrable al tiempo que también es el saldo insaldable del trabajo de la transferencia.
Lacan propone que este resto pulsional que permanece activo al fin de una cura pueda ser invertido en una tranferencia de trabajo al servicio de la causa analítica en una Escuela.
Deseo de Escuela entonces puede ser entendido como deseo genitivo subjetivo y objetivo, siendo Lacan quien encarna para cada integrante de una Escuela el sentido subjetivo del genitivo.
Deseo de Escuela es aceptar formar parte de una comunidad de aquellos ya no forman comunidad, dicho en otras palabras, aceptar situarse en la serie lawless de quienes han fracasado en la causa tanto del Uno fálico como también en la causa del Otro, con la consiguiente imposibilidad de que formen grupo.
Deseo de Escuela es aceptar y en consecuencia mantener a cielo abierto la docta ignorancia que implica saber que no hay el significante del analista.
Deseo de Escuela es aceptar que si en el campo erótico el amor suple a la relación sexual que no existe entre un hombre y una mujer; en el ámbito de una Escuela el affectio societatis pueda funcionar a su vez como una suplencia a la falta de significante del analista que no existe.
Deseo de Escuela es aceptar que se siguen las enseñanzas de un maestro, lo cual en nuestra época del empuje superyoico a ser un individuo que se gestiona en la autosuficiencia no deja de ser una extravagancia, al igual que lo es el deseo.
Rosa María Calvet , ELP, Barcelona.