Deseo e interpretación

Por Hebe Tizio

El binomio deseo-interpretación recibe en la enseñanza de Lacan distintos tratamientos de los que no son ajenos los cambios en la conceptualización del deseo y de la interpretación. No es lo mismo lo que Lacan plantea en el Seminario 61 que lo que se encuentra en El esp de un laps2. La distancia entre esos dos momentos da cuenta del inconsciente transferencial, su instauración, y del inconsciente real .

En el Seminario 6, la tesis es que el deseo, inconsciente, es su interpretación.

Esto remite a lo que Lacan formalizará, más tarde, como el Sujeto supuesto Saber. La relación S1-S2 representa al sujeto para el otro significante, y dará lugar al matema de la transferencia3.

El mismo ubica que el sujeto es efecto de la conexión que se establece y que hace aparecer un sentido, el saber supuesto se halla en el nivel del significado. El estatuto del inconsciente es así transferencial.

El Seminario 6 retoma el final de La dirección de la cura…4, donde Lacan señala que “hay que tomar el deseo a la letra”.

El deseo está definido por la metonimia como un efecto de la sucesión de significantes. Esto lo hace insustancial por eso habla de “la metonimia de la falta en ser”5.

De este modo el deseo se relaciona con el A barrado, lo que implica que no hay punto de capitón que pueda detener la metonimia.

Esto plantea un problema: ¿cómo interpretar el deseo si es metonímico…? En ese momento la interpretación tiene un carácter alusivo y, en el “horizonte deshabitado del ser”6, el fin del análisis llevaría a que el sujeto asumiera su nada de ser.

Lacan pasa del deseo de reconocimiento por la vía de la metonimia a la causa. El pasaje de la falta en ser del deseo a la causa del deseo produce la incipiente introducción del goce. Esto cambiará el régimen de la interpretación. Efectivamente, la interpretación apuntará a la causa del deseo. Desde esta perspectiva el deseo sería una defensa.

El Seminario 6 hace un viraje y acaba cuestionando el fin del análisis pensado en relación al deseo como metonimia de la falta en ser.

Es lo que Miller7 precisa: “El corazón de este seminario no es la interpretación, es la relación inconsciente del sujeto con el objeto en la experiencia de deseo del fantasma”.

El objeto a se halla correlacionado al fantasma. La interpretación no apunta ya a la nada sino al objeto a, al goce prohibido que circula entre líneas.

Se realiza así el pasaje de “el deseo es su interpretación”, que señala la relación transferencial, a “el fantasma es su interpretación” que abre que abre la vía del goce que se proseguirá en el Seminario 7.

El deseo no hace ser y su brillo lo da la libido de allí que agalma y deser sean las dos caras del investimiento y de su pérdida. Lo que queda descubierto es que esa significación recubre el goce. La caída del sujeto supuesto saber lo muestra. Así también se aclara el inicio, el sujeto supuesto saber es una significación del deseo.

Freud pensó el deseo en relación a la prohibición. Lacan ubica el goce en el cuerpo como acontecimiento. El pasaje de la prohibición al acontecimiento marca la distancia entre la Ley y el traumatismo.

Miller apunta al deseo freudiano y cualifica “el núcleo de nuestro ser” como un deseo de ser, un deseo ontológico.

El deseo se teje en el lenguaje como campo de comunicación que se dirige al Otro, es deseo del Otro. Das Ding es lo real mudo. De allí surgirá otra diferencia en relación al objeto a y es el goce que escapa de esa captura como fuera de sentido. Del objeto a al sinthome se plantea un más allá del sentido en ese goce que afecta el cuerpo.

Si durante mucho tiempo Lacan señaló la relación del deseo con la interpretación en El esp de un laps se plantea la desconexión. Por eso Miller8 señala: “Aquí tenemos que colocar una doble barra que indica el corte, la desconexión, entre el significante del lapsus y el significante de la interpretación”. Es decir, la desconexión implica que la interpretación no tiene ningún sentido. Si “el deseo es su interpretación” abre la conexión del sentido, el final lo cierra, es inconsciente real.

La diferencia que Lacan hace en el Seminario 20 entre lalengua y el lenguaje marcará la distinción entre satisfacción y comunicación, la satisfacción remite al goce, la comunicación al deseo. No es lo mismo el análisis del sujeto que el del parlêtre que pone en juego el cuerpo.

El inicio de la experiencia puede hacer pensar en el análisis del sujeto con las formaciones del inconsciente que llaman a la comunicación por la vía del desciframiento. Se trata del efecto del artificio introducido para hacer hablar al goce autista del síntoma. Pero la experiencia transitará por los efectos de lalengua y su final con una nueva satisfacción.

El síntoma ha pasado así del advenimiento de las significaciones inconscientes al acontecimiento del cuerpo.

La palabra en la últimísima enseñanza de Lacan se desvaloriza por la escritura del nudo borromeo y le llevará a interrogarse sobre la posibilidad de un significante nuevo. Lacan aborda la distinción del efecto de sentido y el efecto de agujero y la interpretación toma como modelo la poesía. Más allá del efecto de sentido hay el efecto de agujero, de vaciamiento de los sentidos fijados.

Lacan9 habla de la necesidad de un forzamiento para hacer resonar otra cosa que el sentido. El sentido tiende a taponar la resonancia, por eso dice que con la escritura poética se puede tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica.

La referencia es a la poesía china, se trata de un materialismo de la interpretación hay que poner el cuerpo para llevar la interpretación a la potencia del síntoma10. Lo sonoro debe consonar. Es otro matiz de la referencia a la poesía china y es que los poetas chinos canturrean.

La interpretación debe rodear el real de lo que “no cesa de no escribirse” mediante el equívoco, que apunta al nivel de lalengua, que es equívoca.

Es otro pasaje por el equívoco y las resonancias fundado sobre la poesía o el Witz11 para dar una vuelta más a la relación entre el significante y el goce.

El binomio deseo e interpretación no queda agotado con este texto. Él mismo ha sido el pretexto para señalar modificaciones centrales en la enseñanza de Lacan pero deja abierta su exploración clínica. Alli cada practicante podrá aportar su experiencia para poner a prueba el discurso.

 

Notas:

  1. Miller, J-A., El ultimísimo Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2012, pág. 12.
  2. Lacan, J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.
  3. Lacan, J., «Proposición de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros escritos, op. cit., pág. 266.
  4. Lacan, J., “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos, Madrid, Biblioteca Nueva, 2013, pág. 590.
  5. Ibid., pág. 592.
  6. Ibid., pág. 610.
  7. Miller, J.-A., “El Otro sin Otro”, Freudiana, revista de la Comunidad de Catalunya ELP nº 68, Barcelona, 2013.
  8. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, op. cit., pág.12.
  9. Lacan, J., El Seminario, libro 24: L’insu que sait de l’Une-bevue s’aile à mourre, 1976-1977, clase del 19 de abril 77. Inédito.
  10. Miller, J.-A., “Una fantasía”, El Psicoanálisis, revista de la ELP, nº 11, Madrid, 2005.

 

Hebe Tizio, ELP Barcelona.

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