En la medida en que los neuróticos suponen sabidas las verdades de la estructura, hay que liberarlos de esta suposición para que dejen de representar esta verdad en su propia carne1. Si hay algo que puede hacer caer esto, es la operación del analista que consiste en practicar un corte entre la estructura y el sujeto supuesto al saber: ni el amo para el obsesivo ni la mujer para la histérica pueden ser supuestos saber lo que hacen.

Lo que decimos del deseo inconsciente parece suponer que sabemos lo que queremos, sigue diciendo Lacan. Pero si hay un lugar en que esto se aplica, es la voluntad.

Lo que la histérica supone es que la mujer sabe lo que quiere, en el sentido de que ella lo desearía. Por eso la histérica solo logra identificarse con la mujer a costa de un deseo insatisfecho. Asimismo el obsesivo, respecto del amo que le sirve, en un juego de escondidas, para pretender que la muerte únicamente puede alcanzar al esclavo, es aquél que solo identifica del amo lo real, a saber, que su deseo es imposible2.

Como plantea Esthela Solano3, Lacan nos lleva a considerar que un nuevo lazo entre el deseo y la voluntad es posible, en términos de acuerdo y no de disyunción, que puede ser interrogado a partir del final de análisis. Se refiere a la cita de Observación sobre el informe de Daniel Lagache, en la que Lacan hace justamente el enlace entre la venida al mundo del sujeto y el deseo que éste encarna para el Otro:

Es como objeto a del deseo, como lo que ha sido para el Otro en su erección de vivo, como el wanted o el unwanted de su venida al mundo, como el sujeto está llamado a renacer para saber si quiere lo que desea4.

Finalmente, la voluntad aparece como la voluntad sin ley propia del capricho que rige el Deseo de la Madre, como dice Jacques-Alain Miller5, en la que se lee el lazo con el goce. El aspecto imperioso que caracterizaba al “yo sé lo que quiero y lo voy a lograr”, que podía regir mi vida, no es sino un nombre de la pulsión. Y sabemos, con Lacan, que la pulsión es acéfala y que el sujeto, aunque crea que es él quien maneja los hilos, no hace sino correr tras una exigencia desbocada. Recubrir el deseo con la exigencia pulsional, le permite a la histérica mantenerlo insatisfecho.

En cambio, “desear lo que se quiere” y aún estar abierto a la contingencia, abre la vía de una nueva posición del sujeto frente a su deseo. Es el camino de una reconciliación con su propia satisfacción.

 

* Artículo publicado íntegramente en El Psicoanálisis, Revista de la ELP, nº 33, Barcelona, octubre de 2018.

 

Notas :

  1. Idem.
  2. Ibid., pág. 353.
  3. Solano, E., “Vouloir ce qu’on désire ”, La Cause Freudienne, Revue de l’ECF, n° 49, Paris, novembre 2001, pág. 33.
  4. Lacan, J., “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: “Psicoanálisis y estructura de la personalidad”, Escritos 2, Marid, Biblioteca Nueva, 2013, pág. 649.
  5. Miller, J.-A., Los usos del lapso (1999-2000), clase del 12 de enero de 2000, Buenos Aires, Paidós, 2004, pág. 127.

 

Dalila Arpin, ECF, París.

 

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