Cuando Begoña Isasi me propuso escribir sobre el tema, me sorprendió el título “La invención del deseo”.

Digo que me sorprendió porque, yo hablaría del deseo como encontrado, como hallado, más que cómo inventado.

Me explicaré por qué, y lo haré a partir de mi experiencia analítica:

El deseo, por definición, deseo inconsciente, podríamos decir que “está siempre ahí”, causado por un objeto privilegiado para cada uno; pero no siempre es así. Para que el deseo sea causado hace falta que la castración simbólica haya “jugado su partida”. Nada se desea sin la asunción de una pérdida previa y la correspondiente sustracción del objeto. Pero esta pérdida que funda la posición de sujeto deseante, es una pérdida que nos pasamos la vida intentando rellenar, recubrir, cuando no renegar de ella. En todo caso diría, al menos en mi experiencia, el análisis es un largo camino de “poda”, de “desbroce”, para saber sobre la causa de nuestro deseo y dejarnos orientar por él. Porque, como bien subraya el título de nuestras próximas Jornadas, no siempre queremos lo que deseamos.

Y es que el camino del deseo está, a menudo, obstaculizado por los enredos del goce que nos atrapan y, en definitiva, nos hacen perder la brújula que supone el compromiso con el deseo. Compromiso ético, no siempre fácil de reconocer y de elegir.

Diría que el deseo es el resultado de una operación que el análisis permite descubrir. Permite, como en el sueño de la inyección de Irma de Freud, ir atravesando planos imaginarios. Freud va relatando los enredos imaginarios en los que habría quedado atrapado, si no hubiera estado ahí su deseo de analista para permitirle llegar a la abstracción que supuso la fórmula de la trimetilamina, y poder decir, no sin humor, a su amigo Fliess (Carta 137) : “En esta casa, el 24 de julio de 1895, le fue revelado al doctor Sigmund Freud el secreto de los sueños”1.

Pero para eso hace falta que el deseo de un analizante se encuentre con el deseo de un analista: “Se trata del deseo de éste en su encuentro con el deseo del analista. (…) El efecto (…) que se repite en el aquí y ahora en tanto el deseo del analizante está sujeto al deseo del analista”2.

Retomando la afirmación de Lilia Mahjoub, en su Curso 2017-2018 (inédito), “Si el deseo del analizante no se encuentra con el deseo del analista, permanecerá errante”3.

En cambio hablaría de “invención” de un concepto por parte de Lacan: “El deseo del analista”.

Cito a Margarita Álvarez: “El deseo del analista sostendrá el trabajo analítico”4. Continúa citando a Lacan en La dirección de la cura: “Está por formularse una ética que integre las conquistas freudianas sobre el deseo: para poner en la cúspide la cuestión del deseo del analista. En la medida que se supone que el analista sabe, se supone que irá al encuentro del deseo inconsciente. En este sentido, el deseo del analista es una función esencial”5.

Y para concluir, cito a Lilia Mahjoub: “¿Podemos hablar aquí del deseo de Lacan? Yo diría más bien que Lacan en su práctica ha mostrado cómo sólo el deseo del analista podría tratar lo que ha quedado como resto en la dependencia de este deseo original de Freud. Su práctica era por ese hecho inimitable. Es a esto a lo que cada analista está confrontado en su práctica. A no imitar, sino a hacer la experiencia de un deseo sin parecidos”6.

Podríamos decir: estamos invitados a seguir inventando.

 

Notas:

  1. Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras Completas, vol. IV, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1984, pág. 141.
  2. Álvarez, M., “El deseo del analista: Un recorrido conceptual”, Cuadernos de Psicoanálisis, Revista del Instituto del Campo Freudiano en España, nº 34, Madrid, 2015. Publicado también en el Blog de la NEL-Medellín.
  3. Mahjoub L., Presentación clinique en el Centre Petit Hans, Rueil-Malmaison- Section Clinique Paris-Île de France 2017-18. Inédito.
  4. Álvarez, M., “El deseo del analista: Un recorrido conceptual”, op. cit.
  5. Lacan, J. El Seminario, libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, pág. 243.
  6. Mahjoub, L., Intervención del 13 de septiembre de 2008 en la ECF-Paris.

 

Elena Usobiaga, ELP, Bilbao.

 

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