Citas 2

Jacques Lacan

 

El Seminario

 

Libro 1: “Los escritos técnicos de Freud” (1953-4), Barcelona, Paidós, 1981

págs. 253-254

“El deseo del hombre encuentra su sentido en el deseo del otro, no tanto porque el otro detenta las llaves del objeto deseado, sino porque su primer objeto es ser reconocido por el otro”.

Libro V: “Las formaciones del inconsciente” (1957-8), Buenos Aires, Paidós, 1999

pág. 319

“Carácter inadaptado e inadaptable, marcado y pervertido del deseo humano”.

“Este vínculo entre el deseo y la marca, entre el deseo y la insignia, entre el deseo y el significante, nos esforzamos por ver qué lugar le corresponde”.

págs. 320-1

“La relación del hombre con el deseo no es una relación pura y simple de deseo. En sí no es una relación con el objeto. Si la relación con el objeto estuviera ya instituida, no habría problema para el análisis. Los hombres como hacen los animales se dirigirían a sus objetos. No habría (…) que el hombre goza de su deseo”.

“El deseo humano permanecerá irreductible a cualquier reducción y adaptación. (…) El sujeto no satisface solo un deseo, goza de desear y esta es una dimensión esencial de su goce”.

págs. 337-8

“El deseo es deseo de aquella falta que, en el Otro, designa otro deseo”.

“Lo que el deseo tiene de irreductible e informulable”.

“El deseo es articulado porque está articulado con la presencia del significante en el hombre pero precisamente por eso nunca es plenamente articulable en un caso en particular”.

pág. 346

“Excentricidad del deseo respecto a la satisfacción”.

“El deseo confina con el dolor de existir”.

Libro 6: “El deseo y su interpretación” (1958-9), Buenos Aires, Paidós, 2014

pág. 48

“La diferencia entre el Wunsch y lo que merece ser llamado deseo, es lo que introduzco este año”.

pág. 120

“El deseo solo puede captarse, comprenderse, en el nudo más estrecho en que para el hombre se anuda entre sí lo real, lo imaginario, y su sentido simbólico”.

pág. 504

“El fantasma sostiene al sujeto como deseante es decir, en un punto más allá de su discurso. (…) El sujeto está presente en el fantasma como sujeto del discurso inconsciente (…) en la medida en que allí es representado por la función del corte, es decir, por la función esencial que le es propia en un discurso (…), un discurso que se le escapa, el discurso del inconsciente”.

pág. 506

“Hay un contraste radical entre el deseo del neurótico y el deseo del perverso”.

“La estructura del deseo en la neurosis tiene una naturaleza muy distinta de la estructura del deseo en la perversión, pero de todos modos puede decirse que ambas estructuras se oponen”.

págs. 508-9

“¿Qué es el deseo neurótico? Como todo el desarrollo de la obra de Freud nos lo indica él depende por entero de la buena fe en el significante. El sujeto se agarra a esa garantía mítica para poder vivir de otro modo que en vértigo”.

“El deseo del neurótico es lo que nace cuando no hay Dios”. (…) esta suspensión del Garante supremo es lo que el neurótico esconde en él mismo y que en este nivel se sitúa, se suspende y se detiene el deseo del neurótico.

El deseo del neurótico solo es un deseo en el horizonte de todos sus comportamientos”.

“También en el perverso se trata de una brecha. El único problema es saber como ese corte es vivido, soportado en el perverso”.

pág. 515

“La perversión se presenta como una suerte de simulación natural del corte. (…) Lo que el sujeto no tiene, lo tiene en el objeto. Lo que el sujeto no es, su objeto ideal lo es”.

pág. 517

En el neurótico, el deseo está en el horizonte de todas sus demandas, ampliamente desplegadas y literalmente interminables. En el perverso, el deseo está en el corazón de todas sus demandas”.

Libro 7: “La ética del psicoanálisis” (1969-60), Buenos Aires, Paidós, 1988

pág. 339

“Pero Antígona lleva hasta el límite la realización de lo que se puede llamar el deseo puro, el puro y simple deseo de muerte como tal. Ella encarna ese deseo”.

pág. 373

“¿Ha actuado usted en conformidad con el deseo que lo habita? Esta es una pregunta que no es fácil de sostener. Pretendo que nunca fue formulada en otra parte con esta pureza y que sólo puede serlo en el contexto analítico”.

pág. 383

[La libra de carne] “Este es el objeto, el bien, que se paga por la satisfacción del deseo”.

 

 

 

 

Libro 8: “La transferencia” (1960-61), Buenos Aires, Paidós, 2003

págs. 448-9

“Lo que Sócrates sabe y el analista debe al menos entrever, es que en el plano de a minúscula la cuestión es muy distinta de la del acceso a ningún ideal. El amor solo puede rodear esta isla, este campo del ser. Y el analista solo puede saber que cualquier objeto puede rellenarlo. He aquí adonde nosotros, analistas, nos vemos conducidos a oscilar, en ese límite en el que , con cualquier objeto, una vez que ha entrado en el campo del deseo, se plantea la cuestión -¿Qué eres tú? No hay objeto que valga más que otro- éste es el duelo a cuyo alrededor se centra el deseo del analista”.

Libro 9: “La identificación” (1961-62). Inédito

Clase del 4 de abril de 1962

“La realización del deseo significa ser el instrumento, servir al deseo del Otro, quien no es el objeto que ustedes tienen enfrente en el acto, sino un otro que está detrás.

Se trata ahí del término posible en la realización del fantasma. No es más que un término posible, y antes de haberse hecho ustedes mismos el instrumento de este Otro situado en un hiperespacio, ustedes tienen que vérselas verdaderamente con deseos, con deseos reales. El deseo existe, está constituido, se pasea a través del mundo, y ejerce sus estragos antes de toda tentativa de vuestras imaginaciones, eróticas o no, para realizarlo, e incluso, no está excluido que ustedes lo encuentren como tal, al deseo del Otro, del Otro real tal como lo he definido recién. Es en ese punto que nace la angustia”.

“La angustia, es la sensación del deseo del Otro. (…) No sé lo que soy como objeto para el Otro”.

Libro 10: “La angustia” (1962-63), Buenos Aires, Paidós, 2006

págs. 31 y ss

El deseo del hombre es el deseo del Otro. Es deseo de un deseante.

pág. 194

“Solo el amor permite al goce condescender al deseo”.

pág. 233

“Somos objetos de deseo en cuanto cuerpos”. (…) El deseo sigue siendo siempre en último término deseo de cuerpo, deseo del cuerpo del Otro, y únicamente deseo de su cuerpo”.

pág. 237

“En el cuerpo hay siempre, debido a este compromiso de la dialéctica significante”, algo separado, algo sacrificado, que es la libra de carne”.

pág. 247

“Ese campo del Otro donde debe de aparecer por primera vez, si no el a, por lo menos su lugar -en suma el resorte fundamental que hace pasar del nivel de la castración al espejismo del objeto del deseo”.

pág. 250

“El deseo, yo les enseño a vincularlo a la función de corte, y a ponerlo en determinada relación con la función del resto, que sostiene y anima el deseo, tal como aprendemos a situarlo en la función analítica del objeto parcial. Otra cosa distinta es la falta a la que está vinculada la satisfacción”.

pág. 365

“La única vía en la que el deseo puede librarnos aquello en lo que deberemos reconocernos como el objeto a en tanto que en su término, término nunca alcanzado, él es nuestra existencia más radical, solo se abre situando a, en cuanto tal, en el campo del Otro. (…) es nada más y nada menos, la posibilidad de transferencia”.

“Conviene que el analista sea alguien que, por poco que sea, por algún lado por algún borde, hay hecho volver a entrar su deseo en este a irreductible, lo suficiente como para ofrecer a la cuestión del concepto de angustia una garantía real”.

Libro 11: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” (1964), Buenos Aires Paidós, 1993

pág. 39

“El deseo encuentra su cerco, su proporción fijada, su límite y en relación a este límite se sostiene como tal, franqueando el umbral impuesto por el principio del placer”.

pág. 46

“Freud no podía ver que el deseo de la histérica, que se hace manifiesto de manera resultante en la observación [Joven Homosexual], es sostener el deseo del padre; en el caso de Dora sostenerlo por procuración”.

“La homosexual encuentra otra solución para el deseo del padre: desafiar al deseo del padre. Esto justifica una vez más la fórmula […]: el deseo del hombre es el deseo del Otro”.

pág. 147

“La diferencia de estatus que da al sujeto el descubrimiento freudiano proviene del deseo, que ha de ser situado al nivel del cógito. Toda enunciación habla del deseo y es animada por él”.

pág. 180

“Hay dos grandes vertientes del deseo tal como surge en la caída de la sexualización –por un lado, el asco generado por la reducción del partenaire sexual a una función de la realidad sea cual fuere y por otro, eso que llamé a propósito de la función escópica, la invidia, la envidia. La envidia es algo distinto de la pulsión escópica y el asco es algo distinto de la pulsión oral”.

pág. 183

“La interpretación apunta al deseo al cual, en cierto sentido, es idéntica. En resumidas cuentas, el deseo es la interpretación misma”.

pág. 227

“El deseo del sujeto se constituye en la medida en que el deseo de la madre esté allende o aquende de lo que dice”.

pág. 238

“Para el psicoanalista no hay ningún más allá, ningún más allá sustancial al que pueda remitir aquello por lo que se siente autorizado a ejercer su función”.

págs. 242-3

“Toda la experiencia analítica da fe de que no querer desear y desear es la misma cosa”. (…) Desear entraña una fase de prohibición que lo hace idéntico a no querer desear. No querer desear es querer no desear”.

pág. 284

“El deseo del análisis no es un deseo puro. Es el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de sujeción a él. Solo allí puede surgir la significación de un amor sin límites, por estar fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir”.

Libro 14: “La lógica del fantasma” (1966-67). Inédito

Sesión del 25 de enero de 1967

“¿Qué viene Freud a articular para nosotros en el nivel del sueño? Nos sorprenderemos por lo que suelta, si se puede decir, al indicar cierto lado de vigilia del sujeto al dormir. Si hubiese algo que caracteriza esta falta de Otro que designo como fundamental de la alienación, si el je no es nada más que la opacidad de la estructura lógica, si la intransparencia de la verdad de lo que da el estilo del descubrimiento freudiano, ¿no es extraño verlo decir que tal sueño que contradice su teoría del deseo no significa más que el deseo de contrariarlo?

¿No es suficiente a la vez para mostrar la justeza de esta fórmula que articulo, que el deseo es el deseo del Otro, mostrar en qué suspenso se deja el estatuto del deseo si el Otro no existe?.

¿No es notable ver a Freud (…) precisar que es una manera segura en que el soñante se arma y defiende de que el sueño no es más que un sueño, a propósito de lo cual avanza que hay una instancia que sabe siempre, que el sujeto duerme, incluso si eso puede sorprendernos, no es el inconsciente, es precisamente el preconsciente que representa el deseo de dormir.

Esto nos dará que reflexionar sobre lo que pasa en el sueño, porque si el deseo de dormir se encuentra por mediación del dormir tan cómplice, con la función del deseo en cuanto tal, en tanto que ella se opone a la realidad, qué nos garantiza que al salir del sueño, el sujeto esté más defendido contra el deseo en tanto que enmarca lo que llama la realidad”.

Libro 16: “De un Otro al otro” (1966-7), Buenos Aires, Paidós, 2008

pág. 38

“La manera en que cada uno sufre en su relación con el goce, en la medida en que éste solo interviene por la función del plus de gozar, he aquí el síntoma”.

Libro 17: “El reverso del psicoanálisis” (1969-1970). Buenos Aires, Paidós. 1992

pág. 22

“Si hay algo que el psicoanálisis debería obligarnos a sostener obstinadamente es que el deseo de saber no tiene ninguna relación con el saber”.

págs. 37-8

“El enigma es una enunciación”.

“La interpretación se establece a menudo a través del enigma”.

pág. 39

“El analista se hace causa del deseo del analizante”.

pág. 48

“La repetición se funda en un retorno del goce”.

pág. 51

“La función del objeto perdido, lo que yo llamo objeto a surge en el lugar de esa pérdida que introduce la repetición”. (…) En el nivel más elemental, el saber que trabaja produce, digamos una entropía”.

pág. 53

“Solo la dimensión de la entropía hace que esto tome cuerpo, que hay un plus de gozar que recuperar”.

pág. 56

“Lo que se espera de un psicoanalista es que haga funcionar su saber como término de verdad. Precisamente por eso se encierra en un medio decir”.

Libro 19: “…o peor”, Buenos Aires, Paidós, 2012

pág. 111

“Ustedes no gozan más que de sus fantasmas. (…) Lo importante es que sus fantasmas los gozan”.

págs. 149-50

“Lo que habla, sea lo que fuere, es lo que goza de sí, como cuerpo”.

“El psicoanálisis, ¿qué es? Es la localización de lo oscurecido que se comprende, de lo que se oscurece en la comprensión, debido aun significante que marcó el cuerpo”.

“Todo padre traumático está en suma en la misma posición que el psicoanalista. La diferencia es que el psicoanalista, por su posición, reproduce la neurosis, mientras que el padre traumático la produce inocentemente”.

pág. 190

“¿Por qué alguien que, por su didáctico, sabe qué es el psicoanálisis puede aún querer ser psicoanalista?”.

pág. 192

“Que la Verwerfung vuelva loco a una sujeto cuando se produce en el inconsciente no quita que reine sobre el mundo”.

pág. 213

“Freud dice que el único deseo fundamental en el sueño es el deseo de dormir”.

pág. 226

“El decir tiene sus efectos a partir de los cuales se constituye el fantasma, es decir la relación con el objeto a, que es lo que se concentra a partir del efecto del discurso para causar el deseo”.

Libro 20: “Aún” (1972-3), Buenos Aires, Paidós, 1992

pág. 64

“Un sujeto, como tal, no tiene mucho que ver con el goce. Pero en cambio, su signo puede provocar el deseo. Es el principio del amor”.

Libro 22: “RSI” (1974-75), clase del 21 de enero de 1975. Publicada en Ornicar ?

Clase del 21 de enero de 1975, nº 3, París, mayo 1975.

“Un padre no tiene derecho al respeto, si no al amor, más que si el dicho, el dicho amor, el dicho respeto está -no van a creer a sus orejas- père-versement orientado, es decir hace de una mujer objeto a minúscula que causa su deseo”.

Libro 23: “El sinthome” (1975-6), Buenos Aires, Paidós, 2005

pág. 135

“El verdadero real implica la ausencia de ley”.

pág. 144

“La père-version sanciona el hecho de que Freud sostiene todo en la función del padre y eso es el nudo bo”.

 

Escritos, vols. I y II, Madrid, Biblioteca Nueva, 2013

 

“Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953)

pág. 306

¡Fort! ¡Da! Es sin duda ya en su soledad donde el deseo de la cría de hombre se ha convertido en el deseo de otro, de un alter ego que lo domina y cuyo objeto de deseo constituye en lo sucesivo su propia pena”.

“La instancia de la letra en el inconciente o la razón desde Freud” (1957)

pág. 485

“Y los enigmas que propone el deseo a toda ‘filosofía natural’, su frenesí que imita el abismo del infinito, la colusión íntima en que envuelve el placer de saber y el de dominar con el goce, no consisten en ningún otro desarreglo del instinto sino en su entrada en los rieles -eternamente tendidos hacia el deseo de otra cosa– de la metonimia”.

“La dirección de la cura y los principios de su poder” (1958)

pág. 521

Incompatibilidad del deseo con la palabra.

pág. 595

 “Está por formularse una ética que integre las conquistas freudianas sobre el deseo: para poner en su cúspide la cuestión del deseo del analista”.

pág. 600

Hay que tomar el deseo a la letra.

Deseo de deseo. El deseo de tener un deseo insatisfecho (Dirección de la cura 600)

El deseo no hace más que sujetar lo que el análisis subjetiva.

pág. 602

El deseo es la metonimia de la falta de ser.

“¿A quién descubre el sueño su sentido antes de que venga el analista? Este sentido preexiste a su lectura [pues] el sueño está hecho para el reconocimiento… pero nuestra voz desfallece antes de concluir: del deseo. Porque el deseo, si Freud dice la verdad del inconsciente y si el análisis es necesario, no se capta sino en la interpretación. Pero (…)¿por qué nuestra voz desfallece para concluir con el reconocimiento…? (…) Porque, en fin, no es durmiendo como alguien se hace reconocer”.

“Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” (1960)

pág. 785

“El deseo es una defensa, prohibición (défense) de rebasar un límite en el goce”.

“Alcibiades no es en modo alguno un neurótico. Es incluso por ser el deseante por excelencia, y el hombre que va tan lejos como se puede en el goce por lo que puede así … producir ante la mirada de todos la articulación central de la transferencia”.

pág. 786

“La castración quiere decir que es necesario que el goce sea rechazado, para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo”.

“Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache” (1960)

pág. 649

“Reflejado en el espejo, no da solo a’ el patrón del intercambio, la moneda por medio de la cual el deseo del otro entra en el circuito de los transitivismos del Yo Ideal. Es restituido al campo del Otro en función de exponente del deseo en el Otro.

Esto es lo que permitirá tomar en el término verdadero del análisis su valor electivo de figurar en el fantasma aquello delante de lo cual el sujeto se ve abolirse realizándose como deseo.

Para llegar a este punto más allá de la reducción de los ideales de la persona, es como objeto a del deseo, que el sujeto ha sido para el Otro en su erección de vivo, como el wanted o unwanted de su venida al mundo, como el sujeto está llamado a renacer para saber si quiere lo que desea… Tal es la especie de verdad que con la invención del análisis Freud traía a la luz

“Es este un campo donde el sujeto, con su persona, tiene que pagar sobre todo el rescate de su deseo. Y en esto es en lo que el psicoanálisis exige una revisión de la ética”.

págs. 650-1

“Se anuncia una ética, convertida al silencio, por la avenida no del espanto, sino del deseo”.

“Posición del inconsciente” (1960), Escritos 2

pág. 801

“El sujeto viene a encontrar en el deseo del Otro su equivalencia a lo que él es como sujeto del inconsciente”.

 

Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012

 

“Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”

pág. 270

“El deseo del psicoanalista es su enunciación, la que solo puede operar si él viene allí en posición de x: de esa x misma cuya solución entrega al psicoanalizante su ser y cuyo valor se anota (-φ)”.

pág. 271

“Esta sombra espesa que recubre ese empalme del que aquí me ocupo, ese en el que el psicoanalizante pasa a psicoanalista, es esto lo que nuestra Escuela puede esforzarse en disipar”.

“Alocución sobre las psicosis del niño” (1967)

pág. 384

“El principio de placer es el freno del goce”.

pág. 386

“El fantasma da a la realidad su marco”.

pág. 389

“El impulso de tu cuerpo es tuyo en que se vulgariza hacia principios del siglo un adagio del liberalismo, la cuestión de saber si por ignorar cómo ese cuerpo es considerado por el sujeto de la ciencia, se tendrá el derecho de decidir dividirlo para el intercambio”.

“Nota sobre el niño” (1969)

págs. 393-4

“La función de residuo que sostiene (y al mismo tiempo mantiene) la familia conyugal en la evolución de las sociedades pone de relieve lo irreductible de una transmisión que es de un orden diferente de la de la vida según la satisfacción de las necesidades, pero que conlleva una constitución sujetiva, lo que implica la relación con un deseo que no sea anónimo.

“Conforme a tal necesidad se juzgan las funciones de la madre y del padre. De la madre en tanto sus cuidados llevan la marca de un interés particularizado, aunque lo sea por la vía de sus propias carencias. Del padre en tanto su vector de una encarnación de la Ley en el deseo”.

“La distancia entre la identificación con el ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre, si ella no tiene mediación (normalmente asegurada por la función del padre) deja al niño abierto a todas las capturas fantasmáticas”.

“Discurso en la Escuela Freudiana de París” (1967)

pág. 284

“¿A qué tiene que responder el deseo del psicoanalista? A una necesidad que no podemos teorizar sino por deber hacer el deseo del sujeto como del deseo del Otro, o sea, por hacerse causa de ese deseo”.

“Nota a los italianos” (1974)

pág. 329

“No hay analista si ese deseo no le adviene, es decir que ya por ello él sea el desecho de la susodicha (humanidad).

Digo ya: está ahí la condición de la que, por algún lado de sus aventuras, el analista debe llamar la marca. A sus congéneres les toca saber hallarla. Salta a la vista que esto supone otro saber anteriormente elaborado del que el saber científico brindó el modelo, y por el cual le cabe la responsabilidad. Es la misma que yo le imputo, la de haber transmitido un deseo inédito solo a los desechos de la docta ignorancia. Que se trata de verificar para ser analista”.

 

Otras publicaciones

 

“Discurso a los católicos” (1960)

pág. 27

“Si consultan el texto freudiano sobre los temas que acabo de mencionar (sueños, lapsus, incluso chiste), nunca verán articularse claramente el deseo. El deseo inconsciente es lo que quiere aquel, aquello que sostiene el discurso inconsciente. Por eso aquel habla. Por inconsciente que sea no está obligado a decir la verdad. Más aún el hecho mismo de hablar le posibilita la mentira”.

“El triunfo de la religión” (1974)

pág. 77

“Quizás éste sería el camino por el que puede esperarse un futuro del psicoanálisis -haría falta que éste se consagre lo suficiente a la extravagancia”.

 

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